“Te tengo envidia de la buena” es una frase que seguramente te han dicho alguna vez en la vida, ya sea que provenga de un amigo, familiar o persona cercana para expresar que les gustaría vivir algo que te ha ocurrido. Las personas suelen aclarar que la envidia que sienten no tiene connotación negativa. Pero, ¿realmente existe la envidia positiva?
¿Qué es la envidia?
La Real Academia Española (RAE) define la envidia como: Tristeza o disgusto producidos por no tener algo que otra persona tiene o como el deseo de algo que tiene otra persona. Todos hemos sentido envidia alguna vez, ya que es un proceso natural. De hecho, antes de los 30 años de edad se considera un sentimiento natural, de acuerdo con Eduardo Calixto González, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Envidia | Distinguir entre envidia buena y mala puede ayudarte a transformar esta emoción en una herramienta para el crecimiento personal. (Pinterest)
Eduardo Calixto González, en un artículo publicado por la UNAM, explica que la envidia tiene su origen en varias partes del cerebro, activando redes neuronales encargadas de procesar el dolor, la memoria y la atención. Añade que la envidia es un proceso aprendido en las primeras etapas de la vida y que, a partir de los 50 años, una persona ya no siente envidia.
Calixto destaca que si una persona experimenta envidia después de los 30 años, las posibles causas pueden ser:
La corteza prefrontal no ha terminado de establecer las conexiones neuronales necesarias.
La envidia es una emoción natural que todos hemos experimentado. Según el sitio Área Humana Psicólogos, lo importante es cómo la sentimos y gestionamos. A menudo se habla de “envidia buena” o “mala”, pero ¿realmente existe esa distinción? La respuesta depende de cómo esta emoción afecta nuestras acciones y pensamientos.
La envidia “mala” genera un malestar intenso hacia una persona que tiene algo que deseamos y puede llevarnos a:
Sentir frustración y malestar frecuente.
Generar sentimientos de culpa que afectan nuestra autoestima.
Desarrollar animadversión hacia otra persona, llegando incluso a pensamientos o conductas negativas.
Por otro lado, la llamada “envidia buena” o prosocial, según Eduardo Calixto, aparece cuando sentimos una ligera incomodidad que, en lugar de resentirnos, nos impulsa a mejorar. Este tipo de envidia puede ser el motor que nos ayude a superarnos y alcanzar nuestras metas.
Así que ya lo sabes la envidia no es ni buena ni mala por sí sola; todo depende de cómo la gestionamos. Si la usamos como una herramienta para el crecimiento personal, puede ser una fuente de motivación. La clave está en aprender a canalizarla de manera positiva para mejorar nuestra vida, en lugar de permitir que nos consuma. La decisión es tuya.
