De acuerdo con un artículo de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, las semillas de manzana contienen una sustancia llamada amigdalina, un compuesto que, cuando las semillas son masticadas o trituradas y metabolizadas, liberan cianuro.
Asimismo, señala que el cianuro es una sustancia venenosa que impide que las células utilicen el oxígeno de manera correcta, lo que puede provocar la muerte en minutos si se expone a niveles muy altos.
Cabe mencionar que no solo las semillas de la manzana contienen esta sustancia, pues también se ve en la almendra amarga, en huesos de fruta como el durazno, en habas y en la yuca.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la cantidad de semillas ingeridas necesaria para ser letal depende del peso de la persona.
Especialistas señalan que un adulto tendría que comer más de 150 semillas para recibir una dosis fatal. En los niños pequeños de 2 o 3 años pueden ser letales a partir de 20 semillas.
Por ello, pese a que es casi imposible que alguien se intoxique con el cianuro de estos alimentos, los CDC recomienda evitar comer estos huesos y semillas para prevenir intoxicaciones accidentales. Consumir algunas semillas enteras no suele ser un problema, pero ingerir grandes cantidades de semillas molidas o trituradas puede ser fatal.
¿Por qué no debemos preocuparnos por las semillas de manzana?
Existen diversas razones por las que no debemos preocuparnos por consumir semillas de manzana de forma accidental:
Cantidad mínima de cianuro. Como se mencionó anteriormente, la cantidad de amigdalina y, por ende, de cianuro presente en las semillas es extremadamente baja.
Protección natural del cuerpo. Nuestro organismo posee mecanismos de defensa para eliminar pequeñas cantidades de cianuro, previniendo así su acumulación y efectos nocivos.
Ingesta accidental poco común. Es poco probable que alguien consuma una cantidad significativa de semillas de manzana, ya que su sabor amargo generalmente las hace poco atractivas.
