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En esta iglesia del Centro de CDMX terminaron los restos de Hernán Cortés

Entre murmullos históricos esta iglesia guarda los secretos de Cortés.

El último deseo de Cortés. | Silueta eterna en el Centro Histórico de la CDMX. (Google Maps)
El último deseo de Cortés. | Silueta eterna en el Centro Histórico de la CDMX. (Google Maps)
Redacción Guacamole
Escrito en Viajes el

En el corazón bullicioso del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre calles empedradas y la cotidianidad frenética, yace un secreto centenario que ha desafiado el paso del tiempo: los restos de Hernán Cortés, el hombre que cambió el curso de la historia y dejó una huella imborrable en el suelo mexicano.

La paradoja de Cortés como un invitado no deseado que descansa en esta iglesia

La última voluntad de Cortés, expresada en su testamento, resonó con un deseo peculiar: descansar eternamente en la Nueva España, el territorio que conquistó y que eventualmente se transformaría en México. Sin embargo, la ironía de la historia radica en que este hombre, lejos de ser alabado y honrado en la nación que ayudó a forjar, es catalogado como un personaje invasor.

A pesar de las amenazas que se cernieron sobre sus restos, incluyendo la destrucción o el envío al extranjero, el deseo de Cortés se cumplió. Durante tres siglos, sus restos han permanecido en México, la tierra donde se sintió triunfador, donde se derramó sangre, donde lloró y hasta se enamoró.

Herán Cortés | Entre las sombras de la primera catedral mexicana. (Pixabay)
Herán Cortés | Entre las sombras de la primera catedral mexicana. (Pixabay)

La “tumba” de Cortés no es un mausoleo grandioso, sino un modesto muro de la Iglesia de Jesús de Nazareno, discretamente ubicada en República del Salvador 119, en el Centro Histórico de la capital mexicana.

Este recinto, a pesar de pasar desapercibido en el trajín diario de la Ciudad de México, encapsula momentos cruciales de la historia del país.

A tan solo tres calles del majestuoso Zócalo, la parroquia no solo resguarda los restos de Cortés, sino que también alberga la fachada de la primera catedral de México y un mural valioso de José Clemente Orozco, elementos que narran la historia desde perspectivas diversas.

Curiosamente, fue el propio Cortés quien ordenó la construcción de este lugar, sin imaginar que se convertiría en su morada final. La iglesia acompañaría al Hospital de la Inmaculada Concepción de María, hoy conocido como el Hospital de Jesús de Nazareno, fundado por él en 1522 en el corazón de la Nueva España.

En la actualidad, el Templo de Jesús Nazareno en la Ciudad de México resguarda los restos de Hernán Cortés. Este sitio, con sus muros que han presenciado siglos de cambios, se erige como un testamento silencioso de la complejidad de la historia mexicana.

Más allá de las controversias que rodean a Cortés, la iglesia invita a reflexionar sobre la dualidad de su legado y su impacto en la construcción de la identidad nacional.

Así, en el vaivén cotidiano de la Ciudad de México, los restos de Cortés descansan, conectando el pasado con el presente, y desafiando al olvido con su presencia discreta pero significativa en el corazón mismo de la nación que contribuyó a moldear.

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